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martes, 21 de mayo de 2013

Los tesoros de Moctezuma


Los tesoros de Moctezuma.


Tomando en cuenta el síndrome de la atracción se pudieron ver. En esos tiempos las palabras eran cortas, pocas, casi innecesarias. Todavía no aprendían a contaminar el sentimiento mezclándolo con pensamiento. Cuando las palabras eran precisas y se aseguraban que los sentimientos eran los mismos sabían que la obscuridad era la única que podía apagar el fuego en sus vientres. Así como en nuestros tiempos esta por bien leído que” El calor del enamoramiento no encuentra sosiego sino es en la cama”. El mismo sentimiento dio a luz a una mente brillante que tuvo la fortuna de ver lo esencial y lo eterno. El primero de todos los que se haya leído cosa alguna, el que les heredo el tesoro mayor, el único que nadie se podía llevar. Moctezuma. Fue la palabra que su progenitor pudo identificar en un sueño y así le dieron por nombre. Lloro por menos de un minuto el día que nació y cuando por vez primera despego sus parpados en este mundo pudo identificar los nuevos aromas, los nuevos colores que se llevaron su llanto. Ahí fue cuando al contemplar todo lo nuevo contemplo la serenidad. Fue así, poco a poco conociendo el lugar en que nació y el entorno que lo rodeaba. Fueron pocos los anos que lo mantuvieron vagando en la profundidad de la ignorancia. Sus padres de lo único que se preocuparon en los tiernos años fue de que no callera en manos de malos maestros. Cuando aprendió y pudo expresar sus pensamientos, admiro la estructura de las hojas y contemplo los contrastes que hacían con el suelo. Pensó en que podrían tener un oso extra, además de cubrir la sombra del mismo árbol con sus hojas secas. Aprendió el proceso de la vida prematuramente y por ello no le tomo muy en cuenta. Busco quien le pudiera ensenar el secreto de las plantas, porque por su madre descubrió que también le servían de alimento. Pudo encontrar quien se tomase el tiempo de imprimir los conocimientos en la mente de ese muchacho que por sus cualidades no tuvo la necesidad de conocer en carne propia el ardor de una guerra ni del campo de batalla.
Aquel que le heredo  las cualidades de la botánica le hablo de una fruta prohibida. Una fruta con las mismas cualidades y características de las plantas. Una planta que solo podían usar en nuestros tiempos los santos, y en aquellos los dioses. Esa fue la última lección que su maestro le pudo ensenar antes de dejarle en un camino en el que el ya no le podía seguir.
Conociendo casi todo lo que se descubrió desde el principio de casi todas las cosas, sentía que algo le faltaba. A su edad ya podía deducir algunas cosas.
Las plantas se reproducen- decía- con tallos que brotan de la raíz o semillas que la misma planta produzca. También sembrando el mismo fruto (aunque no en todos los casos) funciona. Después de eso mueren, o tienen que morir para darle espacio a una nueva. Pero las plantas no expresan sus sentidos o sentimientos  si los tienen – se cuestionaba-. Nosotros sí. Reímos, lloramos, nos quejamos de algo... el proceso nuestro debe de presentarse de manera distinta, ya no hay mas variantes. Todo apunta a los sentidos (o sentimientos diríamos hoy día).
Una tarde en la que los cielos que lo vieron nacer se tornaron de un anaranjado melancólico, mirándola la nada que hay mas allá del horizonte temió que su memoria pudiera tener algún limite. Porque serian demasiados los recuerdos por guardar, y fue ahí cuando bajo la mirada y miro a alguien que ya había visto. Pero esta vez la observo, con un tono distinto en los ojos. Un escalofrío se le pronostico, pero nunca le llego y se le juntaron las emociones en el vientre. Estuvo a punto de ceder al impulso, pero bien supo guardar la calma.
Concluyó su último pensamiento resolviendo que hay que plasmar los recuerdos en algo para archivarlos y recordarlos con lujo de detalle. Cuando llego a donde estaba ella, su cuerpo de inmediato regreso a donde ya estaba y no supo el cómo adivino que ella estaba en la misma posición, pisando sus zapatos. Llegaron a estar tan cerca que coincidieron, el en mirar hacia arriba y ella en mirar hacia abajo. Sus labios se tocaron, ahí los dos conocieron los aires que recorren todo el cuerpo llevándose sus estado natural dejándoles a cambio uno que nunca habían sentido.
Nada de esto le habían ensenado. El contacto de sus labios fue como las emociones que ya habían sentido habían reservado sus bocas para convertirse en el epicentro de todo lo nuevo que experimentaban. Los dos hubieran dado todo lo que tenían en ese momento para congelar el tiempo y así no apartarse jamás uno del otro. Pero en sus destinos estaba escrito que las distancias acercarían sus almas. Desde ese momento Moctezuma no quiso dejarla en paz, porque su paz estaba al lado de ella. Aunque no sabía que aquello nuevo e irreconocible para él le llamaron “Amor”. En ese tiempo todavía no se le asignaba un fonema a esa sensación, carecía de un término. Tampoco sabían que eso que sentían tarde o temprano se alimentaria del dolor y el llanto de las personas que lo sienten y vives. Y como es costumbre ya de este sentimiento, nada les importo.  Perfeccionaron los besos y buscaron la soledad.
Una tarde como las que ya se habían pasado decidieron internarse en la naturaleza momentáneamente. El placer de la compañía al principio fue suficiente. Buscaron en ese momento aislarse de todo lo que conocían, para conocerse más. La copa de un árbol les serbio perfectamente. El olor a verde vivo, las aves, el cielo, el clima y sus besos le hicieron a Moctezuma llegar a una conclusión y le dijo.
“-sabes- por las noches, entre las sabanas del deseo sonamos otro pacto con el amor para olvidarnos porque nos duele tanto la vida...”


Al terminar estas palabras un sentimiento más fuerte del que ya habían sentido le arrebato el blanco de los ojos y se le llenaron de lágrimas. El abrazo con ahínco, no quiso llorar, mas no pudo contener la sal en sus ojos y en lágrimas las derramo sobre el pecho de su amada. Temió perder la paz que en ella se agazapo por mucho tiempo, paz que el encontró, la mantuvo estrechada sobre su pecho y ella guardo la mirada en el. Y así, en la eternidad, los dos; unieron sus almas para darle vida a un eterno romance. Prometieron jamás separarse, bajo cualquier circunstancia... y ahí, por primera vez conocieron el más puro y verdadero amor. Cuando la euforia del momento se guardo en promesas eternas, dejaron que el aire corriera una vez más entre ellos, trepo hasta la cima del árbol y admiro todo lo que se guardaba mas allá del horizonte, y también lo amo. Quiso hacerlo suyo, pero supo que jamás seria de él, ni de nadie.  Resolvió que no hay tesoro mayor que el que se guarda y se encuentra en un corazón, ni riqueza que se le compare ala que de la tierra crece. Y que por más conquistadores que saqueasen esas tierras jamás podrían llevarse la vida de ese lugar ni todo lo que él pudo admirar.

                                                                                              by ....p@k()

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