(*** nombre indefinido)
La fuerza del
destino es imparable. No hay de evitarlo, es como Dios en algunos aspectos.
“Nunca saben a donde van a llegar”, decía un viejito tocándose los pies. Cuando
se elude el tiempo para que se cumpla un destino, lo que al final queda es lo
que se debe de criticar…
¿Cuál fuel el
fin de aquel destino? ¿Cuánto más pudo crear? Las razones del destino pueden
ser insignificantes para algunos, sin motivo no razón. Pero del otro lado de la
tortilla algo ya se coció. Miremos como va a reaccionar. Cuantas cosas nos
tiene guardadas el destino. ¿Cuántas buenas enseñanzas se quedan en el camino?
Decía ahí: “hay que exprimirle la garganta a los viejos para que nos den de que
hablar”. Ahora si cae el veinte. Muchos llegan a viejos porque la supieron
librar, otros por solo poder respirar. Los que a viejos pueden llegar son los
únicos que tuvieron que aprender a superar los “peldaños de la vida”, como
también decía ahí. Supieron librarla y no se la pasaron echando cana en algún
penal. Mas cuando de ahí se sale con canas los conocimientos que se pueden
tener puede que sean muy fuertes y crueles para la sociedad, pero muy aptos
para una labor desempeñar. Pero a caso eso es lo que el destino guarda para
todos? Un oficio, un trabajo, una profesión, un sueño, una ilusión, la cárcel o
l panteón. Esta ultima, es una opción que nadie se le puede escapar, así que no
es opcional. Todos nacimos para morir, pero antes de morir. Con los ojos rojos
o bien glaseados, cuanto fue que vimos que podamos recordar y que nos hagan
reír, llorar, platicar; razonar. Y si vamos a morir, ¿a cual de todos le vamos
a enseñar más? Cuando aquel momento final haya llegado y las miradas se crucen
por ultima vez. ¿Quién podrá relatar todo aquello que en esas dos vidas se
pudio transmitir? Cuantos miedos… ninguno porque esos pesan demasiado para
vivir con ellos. Quizá ninguna pena, pero si el peso de ellas y el sabor, solo
el sabor de la eterna condena.
En un
pergamino encontrado en un sueño de uno que fue un buen maestro que tubo que
pagar con su propia vida la ultima cátedra. Estaba escrita su vida, peo como el
olvido es parte de la esencia de los sueños nadie lo podía leer y recordar todo
lo que ahí estaba escrito. Hasta que hubo alguien que escucho algo que el
destino le tenia guardado y lo decido recordar […] Era un día como cualquier
otro. Si el día de la semana fuera relevante para poder aprender todos
esperaríamos un día en la semana, pero nada de eso solía pasar. La mente en
blanco, las penas y la carga del día me llevaron a aquella cantina. La vida me
había enseñado su lado mas amable en los brazos de mi madre. Pero cuando aprendí
a caminar, la tierra y el suelo son las que me recibieron al caer de rodillas
para poderme parar erguido otra vez. Y cuando lo intenso del camino, de la vida
y lo caliente del sol no había nada mejor que una cerveza para refrescar.
Ninguno nace demasiado tonto como para no poder aprender, y cuando se sobrepasa
ese punto es casi una obligación enseñar.
Ahí estaban,
no los pude percibir a todos, pero si los pude distinguir. Ninguno de ellos
formaba parte de mis problemas, así que ni mi atención merecían. Mi cerveza y
mi cigarro era lo que había decidido que me interesan por el momento. Hasta que
vino uno de ellos a pedirme algo que el no sabia que no le iba a dar. “sabes
que, dame todo lo que tengas y no hagas pancho” me dijo el chamaco. Hizo que me
parara para enseñarle y hacerle ver a un chamaco que nunca sabia con quien se
estaba metiendo. Mis palabras no les fueron suficientes y con golpes le tuve que
mostrar que los años son los que mas nos dejan, por un tiempo hay que
aprovechar todo eso, antes que los mismos años nos dejen sin fuerzas. Las
mismas que son necesarias para una enseñanza y demostración dar.
Pero a veces
se confunde la acción humana con el destino. Cuando pintamos el panorama de una
desgracia, puede que no sea así. Solo es algo que nosotros no queríamos ni
esperábamos, y eso era lo que el destino nos tenia reservado. No sabemos ni
como, ni cuando ni a quien le vamos a dar la ultima lección. En los años, la
experiencia es lo que mas cuenta en todos los aspectos de la vida, la fuerza
también, aunque sea solo para imponerse ante los mas débiles y aptos, y la
serenidad que llega después de varios tropiezos; una mezcla de todo eso fue lo
que pude reflejar frente a aquel joven lleno de impulsos y de ansiedad. Cuando
se acerco a mi, antes que pudiera decir alguna palabra pude oler sus
intenciones. Sus fuerzas, sus impulsos, sus intenciones y su falta de cordura
en la que se vive en los años de juventud eran perceptibles a cualquier ojo,
los de mi alma lo pudieron ver. Cuando no se quiso alejar, como en una película
que ya había visto todo se me revelo.
Cerré los ojos y cuando reaccione me di cuenta que los tenia abiertos, vi al
joven en el suelo lleno de sangre en el rostro. Inmediatamente lo vi a los
ojos, ardían en rabia y se llenaban de rencor conforme lo miraba. Salí del
lugar en el que habíamos terminado lo mas sereno y rápido posible. Y como dicen
los grandes, consideré todo como un sueño y una muy buena experiencia. Un sueño
que no olvidaría, un sueño en el que mis habilidades se habían hecho realidad,
y la experiencia que se puede llegar a tener se pudo ver por instantes
reflejada. Así era, así quedó.

Las lunas se
llenaron y enverdecieron los arboles con las primaveras que le siguieron a
aquel recuerdo, aquel sueño que ya se me estaba olvidando. De la rutina, era
casi imposible deshacerse de ella, la monotonía de los días era un juego que
nunca iba a acabar. Siempre, bajo cualquier circunstancia había encontrado la manera de solventar las
necesidades ´primarias. Los lugares que se frecuentan casi siempre son los
mismos, no nos acostumbramos a conocer otras versiones de las mismas cosas.
Misma ciudad, mismos lugares, personas, casi siempre son las mismas cosas. Es
muy difícil, una vez que nos arraigamos a algo o a alguien, dejarlo. Y voltear
a verlo solo como un recuerdo del pasado. Cuando caminamos por la vida, y el
destino no se nos anuncia con anticipación, a veces pareciera que estamos
viviendo un sueño, en el que no sabemos de que se trata. Hasta que nos
despertamos en una pesadilla; es mas dura la realidad […] ahí estaba el mismo.
Lo vi en los ojos mientras sentía punzadas frías primero, que después se
calentaron muy rápido. Lo vi a los ojos, ya no miraba igual. Solo el sabia lo
que le pude enseñar.