Sueños, el último alivio de los fracasados, el último consuelo de los olvidados, condenados a perseverar. Si sobre algo nato de la raza humana no existe control alguno es sobre estos. Quien no ha soñado, o pensado en algo que se convierte en sueño a futuro. Los sueños son los que nos permites seguir viviendo con algún propósito, con alguna meta, mas valdrá la pena vivir por un sueño? Muchos de niños decimos que soñábamos con ser policías, con ser presidentes, con ser deportistas, mas cual es nuestra realidad de hoy? Donde quedaron todos esos sueños? Un ciego por ejemplo si es ciego de nacimiento puede y está dotado con las mismas capacidades de soñar con colores al igual de los que se hacen ciegos por alguna razón, yo la verdad no recuerdo si sueño a color o en blanco y negro, quizá no sé por qué al despertar, después de los primeros cinco minutos la mitad de tu sueño ya se te olvido y a los diez minutos transcurridos el 90% ya desapareció... donde se fue, por que se olvidó?
Cuando era niño soñaba con ser libre, ahora el sentido abstracto de la realidad me impide ver todo lo que no veía cuando era niño y soñaba con ser libre. Los jóvenes quieren ser fieles y no pueden, los viejos quien ser infieles y tampoco pueden, ese es el círculo vicioso en el cual nos damos vueltas durante toda nuestra realidad social. La libertad es un sueño utópico que todo hombre podría apostar su vida por obtenerla, mas ya no existe, fue arrebatada nuestro ser desde hace mucho tiempo, o si no estoy equivocado desde el principio ya había pautas para controlar al hombre de hacer lo que quisiera, lo hizo, y se pagaron las consecuencias, mas ese no es lo que incumbe en estos momentos. Todo, como alguna vez fuimos niños y pedimos permiso para ir a algún lugar, muchas veces sabiendo que no nos iban a dejar se hizo el intento y con una serie de intentos, ruegos y suplicas se obtuvo lo pedido. El libertinaje juvenil es un tema muy especial en el cual como joven propenso a salir de joda-reven-desma o como quieran llamarle puedo opinar, siendo yo parte del ente de enfoque y de capital para todo el mundo. De algo estoy muy seguro, teniendo diecinueve años de edad, es imposible ser un santo, hay alguno que se rescata, y acorde a mi status y Rankin social (Rankin en cual yo mismo formule) puedo decir que 4 de cada 10 jóvenes se rescatan, de los 4 rescatados, dos no aguantan las ganas de bailar y el próximo finde se escapan para darle rienda suelta al deseo simple, nato y puro de la raza humana. Como ya había dicho anteriormente, cuando se es niño se sueña con ser libre, se sueña con volar y conquistar, con cumplir la mayoría de edad e irte de casa, y estando fuera queremos volver.
En una de tantas noches que tuve la oportunidad de salir y conocer uno de esos lugares a los que acuden muchos de los alumnos universitarios me fui a ver qué pasaba...
Con treinta pesos en el bolsillo y con un sueño más pesado que como el que te da cuando viajas de noche me decidí emprender la huida a rienda suelta, al muy estilo de la juventud inexperta. Las cosas pintaban para bien, sabíamos nuestro lugar de llegada y como nos íbamos a ir, más no sabíamos cómo íbamos a regresar. La espera no fue tan larga y el camino no nos llevó mucho tiempo, y estando en la ciudad en la que estaba dicho lugar al que 7 de mis aledaños y yo queríamos llegar, si algo me sorprendió de este lugar fue la enorme cola que estaba antes de la entrada eran.... a ojo de buen cubero la cola era como de cincuenta metros de largo y unos cuatro o cinco de ancho, tomen en cuenta que en las filas como esas se van colando uno tras otro, tras otro y sin fin. Si de algo pude aprender en lugares como esos es que todos van con el mismo fin, mas no todos son tan amables ni amigables en esos lugares. Yo con un Sahara en la boca buscaba entre los círculos de personas que estaban en la cola (regularmente eran todos amigos o conocidos que se habían encontrado en el mismo lugar) buscaba entre los que se hallaban como yo, inherentes para un lugar de esos si se quisiera socializar, mas esa no era lo que me mortificaba, ni la espera, ni las conversaciones estúpidas de los que estaban hablando detrás mío, ni lo mucho que me ignoraban los 7 con los que iba, ni el olor a tabaco que había en todo el lugar, ni el frio, ni la duda de no saber quién me pueda prestar siete pesos para el pasaje de regreso, nada me mortificaba más que la sed que traía, y al ver que a uno de los míos con los que yo hablaba (en inglés, cabe remarcar que con el que iba era de procedencia Yanki) le invitaron de beber algo que no podía distinguir ni por el vaso que no se veía a través, ni por la oscuridad de la calle en la que estaba extendida la fila que avanzaba dos metros cada diez minutos, pude ver cómo me ignoro como diciendo “quien eres tú para pedirme de lo que estoy tomando” el mismo menesteroso que su única meta era entrar a ese lugar y ver, buscar y de ultima regatear con una que se rescate un toque y saciar su más puro instinto de animal jarioso, mas esa no era mi meta; podría decir que me sentía como Karl Marx del siglo XXI que quería asegurarse del porque no le gustan los boliches y/o discotecas, mas ahí estaba tratando de pensar en otra cosa para no escuchar la música que hasta el momento estaba soportable, todavía podía escuchar a los imbéciles que estaban detrás mío que al no saber de qué hablar se pusieron a criticarme por mi forma de vestir y por mi pésimo corte de pelo que la verdad espero que pase el invierno para podérmelo cortar, mientras yo hablaba con mi colega yanki, se llegó el momento de entrar al lugar, no puedo negar que estuve tentado a decirle a mis otros colegas que yo los esperaba afuera mientras ellos se divertían bailando y haciendo sus cosas de las cuales no estaba tan interesado, mas no fue así y tuve que pagar mis últimos veinte pesos argentinos para la entrada del lugar del cual yo esperaba recibir un ticket un poco más presentable con colores brillante y serpentina o algo así pero lo que recibí fue un pedazo de papel duro con el cello del lugar y la fecha el cual tuve que regresar al señor que está en la siguiente puerta antes de entrar al lugar de baile, y me quede sin ninguna evidencia de poder decir que fue a bailar a la disco local, pero en fin... Caminamos y pasamos frente a la primer barra que se veía muy fresita/chota que tenía entre las sillas frente a la barra de tragos y unos asientos, una pared con el cuadritos blancos y negros, el nombre del lugar daban un buen contraste con las letras blancas o negras dependiendo el color del cuadro, (la pared era para tomarse fotos para que las publiquen en la página de internet de la disco local). Pasamos eso, y entramos al epicentro del placer y la felicidad en su máxima expresión, la pista de baile. El lugar tenía una segunda planta que estaba situada sobre la barra principal de tragos que era muy grande, me vi tentado a muy sarcásticamente preguntarle a alguien donde podía comprar una cerveza pero no me anime. Fueron muchas cosas que me impactaron en tan muy poco tiempo, no pensé que fuera a recordar todos las cosas; me di cuenta que ese es un lugar en el que puedes encontrarte con todo tipo de personas, hasta el más guapo hasta la más buena, del más feo hasta el muy jodido, desde el mejor jugador de futbol hasta el que no pesca ni un resfriado, desde el más prendido hasta el más desubicado (que ese era yo), en fin, con muchas personas, aprendí también, que esos lugares nunca se llenan, de alguna manera entran y entrar personas pero nadie sale ni al baño por miedo a que te afanen algo. La música dejo de ser un factor de molestia ya que al saber que no podía cambiarla para que la hacía de tos, lo único que hicimos por mas de media hora fue permanecer parados como esperando a alguien, algunos hablando y otros como yo mirando a sus al rededores viendo quien está más buena y moviendo el pie al ritmo de la música para pretender que estábamos en ambiente, y muchos otros bailando y dejando la música penetrar en tu ser y ser uno en ella, con ella y con tu pareja(si la hay). Decidimos pues introducirnos más en la pista de baile entre la multitud que en su mayoría traían algo en la mano, si no era cerveza o era una botella de alguna otra substancia pecaminosa. Otra de las cosas que desde que llegamos comenzó a molestarme fue el humo que tiraban cada veinte minutos al principio y luego cada diez y terminaron en cinco, el calor se volvía insoportable, las multitudes y sus pisotones no son de mi agrado, mi amigo el yanki y yo decidimos subir a la segunda planta y echar un vistazo, pero antes de eso uno se jugó dos vasos de cerveza que empezaron a circular uno por uno de los cuales decidí no tomar ya que el alcohol te deshidrata más y yo todavía con el Sahara en tiempos de mayo en la boca me resistí a tomar, otro que conocía que resulto ser como la buena samaritana para mí, vino a saludarme después de haberme visto y me dio de beber de su botella de agua que traía consigo. Subimos para tener mejor panorámica del lugar, estando arriba esperamos como veinte minutos para que unos que estaban mirando, observando y criticando a la gente se movieran y nos cedieran el lugar a nosotros para ver qué cosas nuevas podríamos descubrir y así fue, la brisa fresca de la noche de sábado, ya madrugada de domingo me llegaba a nuestras espaldas porque había un ventilador muy grande en la pared que permitir el ingreso de aire fresco y solo así no morirnos de asfixion en ese lugar. Estando ahí, sobre el barandal de la segunda planta como una hora y solo así pude ver y casar mis últimas conclusiones. Muchas, demasiadas caras desconocidas, diferentes sensaciones en un mismo lugar, siempre existe la incertidumbre de cruzarte con la mirada de alguien más y de clavarte en su mirada preguntándote que está pensando esa persona que probablemente esté pensando en lo mismo que tú, o quizá se colgó y en su viaje se le clavo la mirada a cualquier lugar, mas nunca se hace ni se dice nada. Están los que quieren bailar y los que bailan, mas están los que se entregan en el baile y de esos hay pocos, de esos pude solo ver a dos que ya sabía quiénes eran más ahí los desconocía, no eran ellos, hubo varias personas que se rescataban en el baile, mas había unos como ya cansado de pretender estar en onda solo estábamos parados esperando que todo se acabe para salir y poder ver llover, mas faltaban un par de horas para salir del lugar, y fue ahí cuando me dolió gastar veinte pesos. Mi amigo, el que me salvó de morir de sed en ese lugar me presto diez pesos para la baquita del taxi de regreso y con eso me sentí un poco más seguro dentro de tanto alboroto. Ahí fue donde entiendo y concomito mi idealismo al revivir una frase de un célebre contemporáneo que decía “pienso de las discos de la misma forma que pienso a cerca del Herpes”, no podía estar más seguro y entre ese pensamiento y platicas interrumpidas y largamente pautadas pude yo y mi amigo el yanki sobrevivir por dos horas más. En el trascurso de las dos horas pude ver como se vendían las señoritas de desconocida procedencia, veo como movían el culo con una ligereza que si de las mismas ganas movieran las manos para limpiar su casa estoy seguro no se habría habido la necesidad de escaparse para estar ahí, pero no creo que sea así, mas eso no les impedían moverse y venderse de la manera mas candente que ellas sabían o recordaban haber visto a otras hacerlo. Era una mezcla de todos contra todos, todos bailaban revueltos. Hombres con hombres, mujeres con mujeres y había un par que era difícil identificar su sexo dadas las condiciones de muy poca visibilidad. Cansado y arto del lugar y de estar parado observando como un vil estúpido, con sueño, con sed otra vez y con los pies cansados de tanto estar parado, en ningún lugar estuve parado por tanto tiempo sin hacer nada, pude ver a mis espaldas que dada la hora que era y que llovía a cantaros, el lugar se fue vaciando y los lugares para sentarse se hacían disponibles más frecuentemente, nos sentamos y matamos treinta minutos más para apresurar un poco nuestra partida. La música siguió su marcha, todo iba bien, el regueton (que por razones muy obvias odio) dejo de molestarme por un tiempo, pero se puso peor empezó a sonar la cumbia y todos al más alto y desentonado tono de voz tarareaban, algunos balbuceaban y otros parecían cantar las canciones que pasaban una tras otra, la espera fue más larga de lo esperado y ya completamente arto y con sueño me perdí en mis pensamientos por un momento y voltie con mi compañero de a lado y le hice una broma, le dije:
-como pueden bailar con esta música sin sentido, creo si yo hiciera un holocausto, ellos serían los primeros en ir a la cámara de gas.
Fingió reír, no porque no le haya causado gracia, sino que las energías nos faltaban ya esas deshoras de la noche. Juntos bajamos de la segunda plata completamente decididos para dejar el lugar, que al fin no estaba tan mal, había unas muchachas que de verdad se caían de buenas, pero él lo que más pensábamos eran en nuestras sabanas y en las cosas que debíamos de pasar antes de llegar a ellas. Cruzando entre toda la muchedumbre llegamos con nuestros compañeros de parranda que estaban sudados de tanto bailar y les pregunte que si ya mero nos íbamos y me dijo uno
-no ché, como en una hora.
puuuut... dije yo dentro de mí, y le dije que los esperábamos en el lobi del lugar. Nos hicimos espacio otra vez entre las personas que no dejaban de bailar y salimos, llegando al lobi luego divise un lugar para sentarnos y esperar, y yo con una sed tremenda pude ver un par de vasos no sé si con la mitad vacía o con la mitad llena, pero ese no fue impedimento para pegarle un trago y quitarme la sed. La música estaba un con poco volumen menos que dentro del lugar, no pasaron ni diez minutos cuando salió una muchacha desencajada y partida el llanto, todos nos moríamos de ganas de saber que le había pasado, pero nadie se animó a preguntar, y así fue, nos quedamos con la incógnita de no saber que le pasaba, que de seguro no era nada y solo era uno de esos numeritos que hacen las mujeres cuando se les pasan las copas, pero en fin, un par de amigos llegaron a donde estábamos para asegurarse de que estábamos ahí y cuando llego le dijimos que ya nos íbamos a la estación de los colectivos para regresarnos, no había ninguna otra opción que caminar, y así lo decidimos hacer. Una vez fuera del lugar, la noche decidió recibirnos con una llovizna, eran más de cinco cuadras las que teníamos que caminar, sin contar que estábamos casi al final de esa calle, caminamos en medio de la garua que parecía empeorar, pero ya nada nos importaba sino llegar a la estación. En el camino vi un colectivo que era de los mismos en los que teníamos que viajar, mas no pensé que fuera ese en el que nos teníamos que ir. La caminata fue larga y fría, al llegar a la estación pregunte a qué hora salía el próximo y la señora me dijo muy sínicamente:
“ya se fue”
vio mi cara de pena, lastima y de resignación y me dijo que preguntara en el lugar de alado a qué hora salía el próximo, siendo las 6 AM el próximo salía a las 8:50 y el otro a las 10:30, le mande un mensaje a uno de mis amigos para avisarle de lo que ocurría y no me contesto. El taxi cobraban cuarenta pesos y juntos (yo y el yanki) hacíamos treinta, pregunte si los aceptaban para que nos llevaran de regreso y como era de esperarse me dijeron que no. al no saber qué hacer nos vimos en la necesidad de regresarnos para ver si encontrábamos a nuestros amigos y ellos iban a nuestro encuentro mas no nos cruzamos en el camino porque ellos iban en la calle paralela en la que nosotros íbamos caminando de regreso, bajo la lluvia, cansados, con sueño y ya con mucha hambre. Nos comimos el viaje al puro pedo y tuvimos que regresar, y en la estación tres de los míos estaban esperando el taxi para llevarlos de regreso ya que los otros tres ya se habían ido al no saber dónde estábamos nosotros. El taxi solo aceptaba a cuatro, dadas las condiciones del clima y del lugar y de las condiciones en las que íbamos le ofrecimos veinte pesos más por llevarnos al yanki y a mí, y acepto, y esa es solo parte de la recompensa que paga la libertad, esa libertad que tanto soñamos cuando somos niños o menores de edad, la verdad, a mi punto de vista y por lo vivido, para mí no vale la pena desvelarse a lo puro tonto, regalándole veinte pesos al de la entrada del lugar, vente más para el pasaje y si te sobran diez, diez para una bebida, para mí no vale la pena. Pero en fin, cada quien con su cada cual, mejor hay que seguir soñando.
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